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martes, 15 de septiembre de 2015

Las fronteras vivas de nuestra rebeldía

Rodolfo Montes de Oca

“La vida es bella para cualquiera que supere las fronteras de la existencia”
 -Émile Armand-

La frontera es un tránsito social entre dos culturas. Restringido al ámbito político, este término se refiere a una región o franja, mientras que el término límite está ligado a una concepción imaginaria.
Los Estados tienen una característica esencial: la soberanía, esto es, la facultad de implantar y ejercer su autoridad de la manera en la que lo crean conveniente. Para que el ejercicio de la soberanía por parte de los Estados no perjudique a otras naciones, se crean límites definidos en porciones de tierra, agua y aire. En el punto preciso y exacto en que estos límites llegan a su fin es cuando se habla de fronteras.

Las fronteras es una de las nociones necesarias para la consolidación de la República, la cual define el ámbito donde desarrollara su poder administrativo y judicial, sobre los habitantes asignando deberes y derechos con la intención de mantener un status quo que dirige amparados en la ficción de la “democracia representativa” o en nuestro concepto “democracia participativa y protagónica” como la que vivimos en Venezuela.

Desde el pasado 19 de agosto, el gobierno bolivariano, asumiendo un discurso de defensa de los intereses nacionales y como reacción a la emboscada que sufriera una unidad del ejército por parte de presuntos contrabandistas; se decreta estado de excepción por 60 días en 5 municipios del fronterizo del estado Táchira: Bolívar, Ureña, Junín, Capacho-Libertad y Capacho-Independencia.

Aunada a esta declaración de excepción se cierra la frontera colombo-venezolana por esos municipios y se despliega la Operación Liberación del Pueblo (OLP) con más de mil 500 militares resguardando la zona limítrofe con la excusa de detener la extracción de mercancía regulada de Venezuela a Colombia. 

El 29 de agosto, el Ejecutivo Nacional extiende la medida provisional a  cuatro municipios más de Táchira: Lobatera, García de Hevia, Ayacucho y Panamericana. Repitiendo el mismo escenario el 08 de septiembre con el cierra del paso fronterizo de la Alta Guajira.

Hasta la fecha del cierre de este artículo, el balance de este operativo gubernamental se saldaba con un numero de 1.467 a 20.000 colombianos deportados y expulsados de Venezuela, sus casas demolidas y sus enceres abandonados o saqueados por el Ejercito; falsas tensiones binacionales, aprensión e incomunicación de varias personas como el caso de José Miguel Herrera Teherán, que está recluido en el SEBIN, explotación a niveles insospechados por parte del oficialismo de la xenofobia para aglutinar fuerzas ante las venideras elecciones.

Este panorama nos deja perplejo a muchos y deja al desnudo el evidente carácter totalitario de la actual Administración Pública, haciendo migas con sus homólogos del norte y con reconocidos del mainstream republicano como Donald Trump.

Sin embargo, el silencio y vulgar complicidad dentro de la escena anarquista no deja de sorprenderme pero si me preocupa; la situación en la frontera aunque distante es un tema que nos compete a todos aquellos que vivimos y estamos dispuestos a morir por la libertad. Cientos de familias fueron disgregadas y sometidas a un éxodo masivo y miserable, por parte de un estamento militar carente de todo honor y decoro, sobre el cual no debemos tener ninguna condescendencia ni perdón.

El cierre de la frontera es un capítulo más de la política económica de rentismo petrolero que ha definido a Venezuela como república durante los siglos XX y XXI. Unido a la expoliación de recursos naturales y monetarios a la cual hemos sido sometidos por la boligurguesia y los militares del 4 de febrero de 1992. Sin poner en énfasis en el meollo del asunto, que es la necesidad de avanzar a un modelo de producción donde el valor-trabajo ecológico sea la estrella polar que nos guie, como los principios de la economía del regalo siempre presente en nuestros pueblos indígenas.

El gobierno bolivariano seguirá enajenado y cada vez más alejados de la realidad, es allí que como anarquistas debemos unir fuerzas con todos los expoliados del banquete y del derroche que representaron los últimos 10 años; retomando el sendero de liberación, equilibrando las fuerzas vivas que hacen vida y arrastrando de nuevo a los militares a sus cuarteles de donde jamás debieron salir. Necesitamos ahora más que nunca la unión de todos los rebeldes sociales que aún quedan y que estén dispuestos a luchar por la libertad. 

Aquí y donde sea seguiremos refractarios hasta las últimas consecuencias. 

domingo, 17 de marzo de 2013

Art. de Opinión: Anarquía trashumante y el corredor Guajiro


Rodolfo Montes de Oca

Para las ciencias sociales, la trashumancia se define como un tipo de pastoreo en continuo movimiento, adaptándose en el espacio a zonas de productividad cambiante. Se diferencia del nomadismo en tener asentamientos estacionales fijos y un núcleo principal fijo (pueblo) del que proviene la población que la práctica

Esta practica siempre ha tenido una estrecha relación con el  “modus vivendi” que adoptan muchos anarquistas en el mundo, sus orígenes se remontan a las oleadas migratorias desde Europa ha America en búsqueda de mejores oportunidades laborales, así como la figura del “croto” y el “payador” ácrata que surcaban las laderas patagónicas, predicando la idea.

Con la llegada del anarcopunk como una de las primeras fuerzas articuladoras del anarquismo de finales de siglo XX, se reactivan las prácticas nómadas dentro de lo/as compañero/as, así vimos a bandas como Apatía No, los Dólares y Doña Maldad, surcar otras regiones y hacer vida en ciudades que solo conocíamos en los libros de Atlas.

Como era de esperarse, la salida de estas bandas de la Capitanía General en que siempre ha sido Venezuela, fue a través de la frontera con Colombia, la amplia sierra compartida y una cultura bi-nacional establecida desde hace siglos, genera las condiciones idóneas para un trabajo conjuto entre las dos regiones.  

Esta mutua influencia de las ideas anarquistas fronterizas siempre ha estado presente en la historia del movimiento ácrata local. Por ejemplo, es bien sabido que el  iconoclasta chinacotensa, Vicente Lizcano, mejor conocido por su mote individualista como “Biofilo Panclasta” participo en la invasión de Cipriano Castro, así como este ultimo se sintió inspirado en las ideas revolucionarias anarquista y anti-imperialistas de José Vargas Vila para rechazar el abusivo bloqueo de las costas por parte de oprobiosas naciones europeas (Alemania, Inglaterra y Francia)

Por ello, es menester para los compañeros anarquistas zulianos ir articulando, sin pausas, pero sin prisas, un posible corredor transfronterizo entre los grupos locales y las iniciativas antiautoritarias colombinas. La idea es poder articulas un posible “Corredor Guajiro” desde el cual afrontar la contingencia nacional y refugiarnos ante las arremetidas estatales.

Proyectos similares a estos existen en diferentes partes del hemisferio sudaca, un ejemplo de ello es Neuquén entre Argentina y Chile o el Río de la Plata entre los bonaerenses y los oriundos de Montevideo. Estos corredores no solo sirven para el intercambio constante de material y experiencia, sino para proyectos conjuntos de asistencia reciproca y de apoyo mutuo entre los oprimidos del planeta. En pocas palabras, como dirían los de Falla del Sistema: Si ellos globalizan el capital, nosotros globalicemos la resistencia.

Este “Corredor Guajiro” puede ser una idea viable para un futuro no muy lejano, solo debemos poner manos a la obra, establecer lazos de amistad con compas colombianos, involúcranos en las dinámicas sociales de la región y abrir espacios de dialogo y de construcción con los pueblos originarios en lucha de la frontera. Con esta labor y con nuestras ideas, haremos de este corredor una zona de conflicto contra el Estado y el Capital.