Rodolfo Montes de Oca
El pasado
27 de Marzo del presente año, un puñado de jóvenes pertenecientes al Movimiento
Revolucionario Marzo 28 (M28) ocupo por espacio de unas horas la Facultad de
Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la Universidad Central
de Venezuela (UCV) para exigir el voto paritario de profesores, estudiantes,
obreros y empleados de esa casa de estudio.
Sin embargo
mas allá de esta demanda es necesario entender y analizar en colectivo el
devenir de esta organización y sus posturas mas cercanas para entender que se
esconde detrás de capuchas y tropeles.
¿Quiénes son?
El M28 es
una expresión orgánica surgida de varios grupúsculos de izquierda autoritaria
que coexistían en la UCV
(Utopia, Cer-008, Desobediencia Popular, etc.) a inicios de siglo, su nombre se
debe a la toma del rectorado que realizaron durante 2 meses y en el cual
llamaban a una “Transformación
Universitaria” con la previa coronación del profesor Agustín Blanco Muñoz[1] como
rector.
La algarada
culmino de una forma estrepitosa cuando los “tomistas” fueron desalojados por una turba universitaria que los
saco a través de la violencia, sus lideres se convirtieron en presidentes de
fondos gubernamentales que se quedaron secos ante una mala administración[2] y una
nueva generación de tomistas daría continuidad a ese proyecto.
Desde esa
jornada hasta ahora, el M28 ha realizado dinámicas formas de protestas como la
acampada de “indignados”, el
referéndum consultivo o la acción de guindar pancartas en el reloj
universitario, que aunque afortunados y admirables son opacadas por un discurso
pro-gobierno ajeno a una propuesta real de cambio.
Escupiendo para arriba
Como anarquistas no dejamos de reconocer una
coherencia discursiva en el M28 con referencia a la necesidad de democratizar
una estructura anquilosada como el rectorado, la necesidad de un voto
paritario, la renovación de una educación medieval y el empleo de la acción
directa como método de conflicto. Pero más allá de eso, hay que ser cónsonos con
el método y el discurso que se decide esgrimir, por lo cual muchas de sus
postulados suelen diluirse por su devenir cotidiano.
El M28 como agrupación jamás ha negado sus
nexos con la oficialidad y con toda su cosmogonía de iconos, llegando incluso a
tener abiertas simpatías con franquicias del terror como las FARC. Pero esa
defensa a ultranza con el “proceso” debe no solo emplearse contra
el “poder” reinante dentro de la UCV sino contra cualquier
institución que no empleé ni el voto paritario, ni la elección de sus
autoridades.
Un ejemplo de ello es la Universidad Bolivariana
de Venezuela (UBV) hija prodiga del Ejecutivo Nacional que estaba llamada a
convertirse en la vanguardia profesional del país, sin embargo ajenos a
cualquier germen de “participación
protagónica y popular”, sus autoridades administrativas son elegidas a dedo
por el Ministerio de Educación Superior y carecen de “centros de estudiantes” bajo la excusa de “gozar de todos los
derechos consagrados”.
Algo similar ocurre con el reglamento interno
de la Universidad Nacional
de Arte (UNEARTE) promocionada con bombos y platillos por el oficialismo como
un espacio de creación artístico y popular, pero cuyo reglamento interno coarta
cualquier tipo de innovación, ludismo e irreverencia de los futuros artistas
con expresiones como “acatamiento de
orden” e “instrucciones”[3] cuyo
sedicioso incumplimiento es causal de amonestaciones y expulsiones.
¿Por qué el M28 no se pronuncia contra estas
practicas?, es de especular que la esgrimida “transformación universitaria” promovida por los jóvenes, pretenda
facilitar prácticas anti-libertarias y anti-democráticas dentro de esta
universidad, lo cual representaría un atraso mas para una institución que se
quedo estancada en el tiempo.
¿Transformación universitaria? No Gracias.
Por ello
como anarquistas sabemos que la propuesta de “transformación universitaria” esbozada desde las altas esferas
administrativas del poder y defendida con un pobre discurso por sus acólitos
bachilleres, no es mas que un simple reformismo para adecuar a los futuros
profesionales a las labores que demanda el estado bolivariano.
Pretender que en la trillada consigna existe un
proceso de liberación humano y de formación alternativo es ridículo, es una
propuesta que jamás ha sido discutida por las mayorías y de la cual no se
conoce ningún borrador, tanto hermetismo da pie a la desconfianza y comparar
esta corriente con el proceso de transformación universitario vivido en esos
espacio en 1968 es grotesco.
Los anarquistas no proponemos una “transformación” del campus
universitario, si no una desestructuración formal del mismo que de paso a un
modelo de debate y formación continua de los estudiantes como parte fundamental
de una nueva antropología antiautoritaria. Es decir, como radicales no exigimos
una transformación de la misma sino avanzar hacia un modelo de socialización de
conocimientos continuos que borre de la faz de la tierra las falsas divisiones
catedráticas y fronteras académicas.
Para culminar y sin rubor a la crítica,
gritamos: ¡Ni Arocha, Ni M28! Abajo la representación estudiantil y que viva la
anarquía.
[1] El investigador y catedrática de
reconocida trayectoria hoy en día esta
totalmente desligado del “proceso bolivariano”, pero lamentablemente es
menester de nosotros recordar su infortunada participación en los hechos.
[2] Un ejemplo de ello fue el bachiller
Sergio Sánchez miembro de Utopia y del M28
premiado por el gobierno como presidente del Fondo Único Social (FUS)
[3]
Se
recomienda al lector revisar los Capítulos IV y V del citado reglamento que se
puede descargar en esta dirección electrónica:
http://www.unearte.edu.ve/pdf/estudiantes.pdf