Rodolfo Montes de Oca
El pasado 9 de enero de 2012 en
la mina Bulla Nueva, ubicada en La
Paragua , se produjo un enfrentamiento entre mafias que
controlan la explotación ilegal del oro en la región de Guayana y que culmino
con el fatídico saldo de 8 personas muertas. Este es el punto final de una
cadena de hechos de desobediencia local que disputan el control estatal
instaurado por el ejecutivo nacional a través del y sus tentáculos administrativos de la Misión Piar,
la “Reconvención Minera” y el Plan Caura.
La minería como actividad
económica primaria de obtención selectiva de minerales como el oro es de vieja
data en la región de Guayana, siendo una de sus principales actividades
comerciales. Este proceso de explotación siempre ha traído un alto costo ambiental que no ha sido medido de
forma responsable por particulares ni por el estado, permitiendo la
contaminación conciente a través del empleo indiscriminado de mercurio y
cianuro del agua y de la tierra. Sin contar el monopolio medieval que se ha
construido en torno a mafias auríferas que han fungido de forma autoritaria
como gobierno local.
En el medio de esta necrosis
ecológica se encuentra el pueblo originario Pemon, que proviene de la gran
familia caribe y cuyos descendientes se han visto sometidos a un terrible
proceso de transculturización que los ha llevado a perder en gran medida su
idiosincrasia.
Esta situación de descontrontrol,
el estado intento palear los efectos a través de las denominadas “Reconvención Minera” y Misión Piar que
vendían la falacia de buscar una alternativa a la explotación minera y que solo han contribuido a una
“domesticación” y paulatina “proletarización” de los mineros ilegales
integrándolos al sistema de producción estatal tal y como se evidencia en su
ingreso en las fábricas de arcilla o la entrega de tickets alimenticios o
“pagos” que fomentan su adhesión sumisa al gobierno nacional.
Paralelo a ello el ejercito
implementaba el denominado “Plan Caura” que contó con el apoyo de 2.800 hombres
de las Fuerzas Armadas, 12 aeronaves y fiscales especiales del Ministerio
Público para tratar de frenar por vía de la fuerza la minería y el paulatino
desmantelamiento de los asentamientos.
Este cúmulo de iniciativas
fracasadas genero la creación el pasado 16 de septiembre de 2010, el decreto 8.413
por el Ejecutivo Nacional, mediante el cual se “nacionalizo” el oro,
entendiendo por ello que el Estado se reservaba la explotación y trasporte de
materia aurífera, así como la total militarización de la región para
supuestamente evitar la minería ilegal, lo que trajo consigo el abuso y
explotación de pemones por parte de militares.
El punto álgido de la historia
ocurre el 28 de Octubre de 2011, cuando
un puñado de indígenas pemones con lanzas, arcos y flechas cerca y desarma a un
pelotón de 25 militares bolivarianos armados con modernos AK-47 que se
dedicaban a la extracción ilegal de oro, contraviniendo las políticas de
preservación que decían defender y dejando en evidencia lo complejo que es que
zamuros cuiden la carne.
Esta aguerrida acción de las
comunidades pemones trajo consigo una mayor militarización de la zona, los
fantasmas de intervención foránea y el silencio de una oportunista oposición
electoral.
La situación de la región de
Guayana, pone de relieve el daño ambiental y antropológico que producen las
políticas extactivistas empleadas por el hombre dejando con ellas una estela de
destrucción y contaminación insuperables.
Para ello como anarquistas no
creemos que la explotación mineral estatal ni privada sea una vía de desarrollo
para la región, por el contrario apostamos por la agroecológica y la
permacultura, la colectividad voluntaria y el decrecimiento como modelos
económicos plausibles para el espacio geográfico.
Para finalizar es necesario
acotar que las comunidades pemones nos han demostrado con los dichos y los
hechos, lo que significa arrebatarle al Estado el monopolio de la violencia.
Ayer fue a través del derribo pacifico de tendidos eléctricos, hoy con una
acción de cerco y desarme nos reafirman de lo que son capaces de hacer para
defender su espacio vital de vida. Pensar que esta situación se puede ir de las
manos en un futuro no muy lejanos, no es mera ficción.