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martes, 15 de septiembre de 2015

De los placeres armados: Liberación sexual y lucha en los ambientes contestatarios

Rodolfo Montes de Oca

Fucking and shooting are the same– Gudrun Ensslin-

En la década de los sesenta y setenta, el despertar sexual de la sociedad occidental  fue parte del proceso de renovación y de goce pleno de las libertades individuales, que había tenido su  ocaso producto de las guerras mundiales y los sacrificios que implico la reconstrucción del mundo.

Con el advenimiento de la beligerancia estudiantil y de la formación de grupos urbanos de disidencia, vino también el deseo de replantearse las relaciones monógamas de larga duración. Ya no solo se combatiría a los opresores del este y el oeste con el  verbo, la palabra escrita y la pólvora, si no que el conflicto se llevaría a las relaciones íntimas de pareja aceptando o curioseando en nuevos roles, géneros y placeres carnales.

Tal indagación llevo a los grupos en armas como el Weathermen Underground, la Rote Armee Fraktion, Action Directe, MIL, Symbionese Liberation Army, entre muchas otras siglas de filiación, a proponer junto a la revolución armada una verdadera insurrección sexual que echará al traste la visión cristiana y monógama del sexo. Un dato interesante es que la presencia femenina en estos grupos era mayoritaria, a diferencia de las guerrillas suramericanas donde el elemento masculino predominaba, lo cual fue un indicador valioso de los cambios que se estaban gestando.

Las comunas sexuales-un símil de lo que son hoy en día los club sexuales- florecieron dentro de las escenas contestatarias, el clásico estereotipo del “revolucionario profesional”, parco de bigotes y trajeado con gabardina, fue superado por jóvenes andrógenos, de pelo largo y ligeramente afeminados como ocurrió con los anarquistas del Movimiento 02 de Junio (Bewegung 2. Juni) de Alemania.

Hoy en día en varias partes del mundo sigue esta constante de liberación, en Estados Unidos la irrupción de grupos Bash Back! han puesto el tilde discordante en los ambientes heterosexuales y caucásicos del anarquismo americano; en países como Nueva Zelandia y Hungría, la mayoría de los activistas cercanos al anarquismo son queer y feministas radicales. Mientras que en Alemania el grueso de las actividades con Bernhard Heidbreder provienen de la tendencia queer.

Del abuso sexual como herramienta revolucionaria
Una de las expresiones más dantesca, carentes de sentido y de clara orientación machista fue expresada por una de las figuras emblemáticas del Partido de las Panteras Negras, el ministro de propaganda Eldridge Cleaver, el cual sin tapujos afirmaba que: “la violación de mujeres blancas, está plenamente justificada como acto revolucionario, como venganza, por las agresiones sexuales sufridas por nuestras mujeres durante el dominio blanco”

Esta expresión chauvinista, misógina y carente de cualquier valor ha sido empleada por grupos armados en el África y medio oriente como un acto político que busca degradar al género femenino y codificarlo de la peor manera. Grupos como el Frente Revolucionario Unido de Sierra Leona o el Estado Islámico lo han práctico ampliamente con la finalidad de degradar al adversario.

Detrás del acto lascivo de la violación, se encuentra el enemigo común de todos los anarquistas que es el del poder, la imposición sobre el otro y el daño psicológico y físico que esto crea. Una agresión silente sobre el cual debemos levantar la voz y el puño cerrado.

El sexo siempre debe ser un acto liberador y de intimación entre personas afines, no la posesión manifiesta del otro; es un acto subversivo en si, por ello las prácticas como el “porno terrorismo” el “postporno”, bisexuales, intersexuales o el BDSM libremente aceptado, son filosos cuchillos que atraviesan las dermis morales del conservadurismo y de la sociedad capitalista o mal llamada “socialista”.

En Venezuela, aunque la pazguatería militarista es abiertamente homofóbica, de que seguimos reproduciendo los valores cristianos de la aburrida relación monógama, seguiremos adelante, amando sin tapujo, queriendo y haciéndonos querer en nuestro andar por la liberación total, que cada acto de amor sea una dinamita cerebral.