Rodolfo
Montes de Oca
“El enemigo principal
de cada uno de
los pueblos está en su
propio país”
-Karl
Liebknecht
La consumación del decreto que crea el Arco
Minero del Orinoco (AMO), como un espacio de 111.843 km2, que comprende el
12,2% del territorio nacional, para la explotación minera y aurífera por la
empresa militar CAMINPEG o por consorcios trasnacionales de 35 países. Nos
lleva inexorablemente a construir puentes de alianza y afinidad con muchas
organizaciones y movimientos sociales que se han dispersado por hipotecar su
propia agenda a un cronograma electoral.
El AMO pone sobre la mesa el tipo de desarrollo
al cual aspiramos los rebeldes para Venezuela, tanto el gobierno como la
oposición han centrado sus propuestas y esperanzas en un supuesto “progreso” y
“desarrollismo” que solo termina beneficiando a las elites y grupos de poder
con exenciones y exoneraciones que no suelen dar al venezolano de a pie.
Mientras nosotros pagamos ISLR, IVA, impuestos
para salir del país, patentes y demás gravámenes de cualquier actividad que
realicemos, el Estado le da prerrogativas a 150 empresas extranjeras y
extractivistas como la Gold Reserve ,
con un marco regulatorio libre de tributos para que puedan operar en los
estados Bolívar y Amazonas.
Como podemos observar la Administración Pública
reproduce la lógica de producción de Juan Vicente Gómez y sus acólitos andinos,
ratifica la posición del país en el sistema mundo de la globalización como un
surtidor de materia prima a la región norte; y como en el pasado se sigue
destruyendo el ecosistema en nombre de un falso bienestar que termina
beneficiando a pocos.
Es por ello que la oposición al AMO puede ser
una plataforma para ir reconstruyendo un tejido social beligerante, cooptado y
sacrificado en los últimos tiempos. Las redes de complicidad y afinidad que en
el pasado evitaron la destrucción de la Reserva del Imataca durante el gobierno de Rafael
Caldera, que se opusieron a la recluta forzada, que pelearon el pasaje
estudiantil y que todas ellas, fueron expresión organizativas póstumas al
Caracazo, como parto social; se encuentran hoy dispersas, agobiadas, cansadas y
decepcionadas de una ilusión que se quebró por la boliburguesia usurera de una
“camarilla” oportunista.
En diferentes partes del mundo se llevan luchas
contra proyectos de megaminera y de destrucción del medio ambiente de los
cuales podemos aprender. En los bosques de Hambach se improvisan campamentos de
resistencia y en Pascua Lama se ha logrado detener en varias oportunidades la
explotación aurífera de la región. Todos ellos, dejan balances de aprendizajes
y reflexiones de los cuales podemos nutrirnos.
La lucha contra el AMO no solo significa una
pugna por la preservación del medio ambiente y de los pueblos indígenas, es un
conflicto multidimencional que afectara todas las causas populares y sociales
en Latinoamérica. Es anti-imperialista por que ira en contracorriente de los
intereses económicos de las hegemonías del norte; será por los derechos de los
trabajadores explotados y expoliado en las tiendas de raya; Bregara contra la
cosificación de la mujer que es usada y abusada en los campamentos. Como ven es
una lucha contra la esclavitud moderna pero sobre todo es una contienda contra
el sistema encubierto de “revolución”.
No es la primera vez en que las fuerzas
contra-hegemónicas de Venezuela se unen para llevar adelante una discusión en
común. El plan extractivista del motor minero nos afecta a todos, llego la hora
de limar las asperezas y salir de la pasividad.