miércoles, 16 de diciembre de 2015

El 6D y los nuevos escenarios

Rodolfo Montes de Oca

El pasado 6 de diciembre de 2015, se realizaron las elecciones de la Asamblea Nacional que regirá hasta el 2019, cuya función será la de legislar y realizar controles sobre las decisiones que tome la Administración Pública y el Ejecutivo Nacional.

Sin embargo pese a la hegemonía comunicacional y a tener el control absoluto del Estado, las fuerzas bolivarianas representadas por el Gran Polo Patriótico, recibieron una aplastante derrota por parte del sector opositor aglutinado por la Mesa de la Unidad Democrática; para obtener un total de 112 escaños en el hemiciclo y un total de 8 millones de votos, que es igual al máximo porcentaje de votación sacado por el oficialismo en el 2010.

La nueva Asamblea Nacional abre las compuertas para que los movimientos sociales y los grupos anarquistas, demandemos una serie de transformaciones como son: la promulgación de una Ley de Inclusión de la comunidad GLBT, el reglamento de la consulta previa a los pueblos indígenas en materia extractivista, la modificación de la legislación tributaria que suprima al IVA como impuesto pernicioso o la promulgación de leyes que faciliten créditos por parte de la banca pública y privada a los sectores desposeídos.

Este nuevo escenario de franco retroceso del oficialismo, las mediocres medidas de “rectificación” que ha asumido la dirección del proceso, la crisis económica que nos arropa y una pérdida de miedo por parte de la población después de los distubios de 2014, ponen de manifiesto lo que puede ser la construcción de un amplio movimiento destituyente que dé al traste con el poder constituido.

Sobre la base de ello, el activista Leonardo Montes ha escrito sobre la necesidad de consolidar este contrapoder sobre la base de dos hechos fundamentales: 1) atacar a la boliburguesia enquistada en el poder y 2) evitar la reconstitución de los partidos políticos opositores.

Pero para esto, es necesario re-articular el tejido social beligerante, golpeado y aislado desde hace 16 años atrás; la cooptación de los movimientos sociales por parte del chavismo, la sumisión de las agendas de cambio por la tarjeta electoral y sobre todo la banalización del adversarios, ha dejado el saldo fatal del cual debemos aprender.

Reviste de especial importancia ese 7% del padrón electoral que de forma consciente voto nulo en las pasadas elecciones, este mosaico deliberadamente acudió a las urnas, pero negó la representación de ambos bloques de poder. Es con ellos, con esos rebeldes del statu quo, cuyas aspiraciones no son cubiertas por la MUD o el GPP con los cuales debemos construir puentes de alianza, reconocimiento, solidaridad y acción para transformar la oprobiosa realidad.

El 2016 se presenta para los anarquistas como un escenario de confrontación entre dos polos de poder, que aunque con discursos y propuestas distintas, ambos buscan detentar la renta petrolera; lo cual nos pone en alerta para lo que debe ser nuestro proceder y actitud inmediata: reconocimiento de las voluntades de cambio, acompañamiento a los movimientos sociales, radicalización de las demandas y exigir ambos bloques en conflicto su solución.