Rodolfo Montes de Oca
El “Consejo de Baviera” o “Soviet de Baviera”, fue una breve
administración revolucionaria que consistió en una serie de consejos obreros,
campesinos y soldados federados junto a una coordinadora que fue formada en el
estado alemán de Baviera entre finales de 1918 y principios de 1919, durante
los primeros días de la República de Weimar, tras la derrota del país en la
Primera Guerra Mundial.
En abril de 1919 ocurrió el intento de transformar la
República de Baviera, proclamada en noviembre de 1918, en una administración
socialista, bajo la forma de “democracia de consejos” como lo había estipulado
Antón Pannekoek, después del asesinato del presidente Kurt Eisner. Este
experimento social olvidado por tirios y troyano durará del 7 de abril al 3 de
mayo.
Inicialmente, el consejo fue sostenido por miembros de las
facciones más próximas al anarquismo. Destacó la participación de los
antiautoritarios Gustav Landauer y Silvio Gesell como representantes de los
Consejos de Cultura y Finanzas, respectivamente. Además de la cooperación de
otros como Erich Mühsam, Ernst Toller y
Ret Marut (a) Bruno Traven, los cuales dieron al consejo una fuerte dirección
libertaria.
Durante su breve gestión se inició un proceso de entrega de
armas a las milicias obreras, las fabricas tomadas se organizaron a través de
la autogestión; desde la magistratura de Gesell se impulsó las monedas libres
como mecanismo de intercambio para impulsar el mutualismo bávaro; se elaboró un
plan educativo libertario para adultos y niños donde se garantizaba la
gratuidad del mismo; Incluso este experimento de ascenso social tiene el
extraño mérito de ser el único país en haberle declarado la guerra por escrito
a la Confederación Suiza.
Sin embargo, tras apenas seis días, se advirtió que Toller y
su facción carecían de fuerza para sostener su propuesta, por lo cual los jefes
comunistas de Baviera, liderados por Eugen Leviné, tomaron el poder el 12 de
abril mediante un golpe de Estado incruento. Pronto Leviné y sus seguidores
ejecutaron un plan de reformas políticas y económicas copiadas de la Rusia
bolchevique: expropiación de dinero y valores, expropiación de fábricas y
entrega de éstas a los obreros organizados en sindicatos, control de los medios
de comunicación, dirección gubernamental de la economía local, sustitución de
las instituciones políticas (municipios, gobernaciones), por sóviets, etc. Del
mismo modo, se ordenó que los particulares entregaran todas sus armas de fuego
al gobierno, constituyendo con ello una fracción armada que Leviné denominó
“Ejército Rojo de Baviera” (Bayerische Rot Armee) formado por soldados de la
guarnición local afectos al gobierno y por militantes comunistas.
Las medidas de Leviné y sus seguidores causaron alarma en
Berlín, para lo cual el gobierno de Gustav Noske envió de inmediato 9.000
soldados del Reichswehr destinados a reprimir la sublevación de Baviera. A esta
fuerza se unieron unos 3.000 hombres del Freikorps, ultranacionalista y
anticomunista, llegando a formarse con el paso de los días una fuerza de 35.000
hombres. Temiendo sabotajes y atentados, Leviné ordenó arrestar a un alto
número de personajes de la aristocracia o la alta burguesía para que sirvieran
como rehenes, pero tras pocos días de proclamar la República Soviética empezó
la contraofensiva militar del gobierno.
El gobierno de la República Soviética trató de oponer
resistencia armada en diversas localidades, pero fue en vano, ante la
superioridad en número y calidad de las tropas con que contaba el gobierno, las
cuales pronto entraron en todas las ciudades bávaras a excepción de Múnich. El
29 de abril, en una medida desesperada, Leviné ordenó fusilar a diez rehenes
para desmoralizar al enemigo, siendo casi todos los ejecutados militantes
ultraderechistas de importancia. Poco después las tropas del Reichswehr se
acercaban a los suburbios de Múnich y el 3 de mayo de 1919 las fuerzas
gubernamentales tomaban la capital bávara tras días de combates callejeros.
Esta aventura tuvo consecuencias nefastas para el anarquismo
germano, Gustav Landaur fue linchado preso por una turba de Freikorps y el
resto fue encarcelado, con la excepción de Ret Marut que logró escapar hasta
México para convertirse en el escritor y bohemio Bruno Traven.
Para bien o para mal esta experiencia social es poco conocida
en Latinoamérica; en el caso de los anarquistas por el eclipse de la revolución
española de 1936 y con referencia a los marxistas por el influjo de la status
quo soviético o la experiencia cubana de 1958.
Los consejos de trabajadores es también una teoría poco
estudiada en los grupos antisistema, en el contexto de Venezuela; la reforma de
la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT)
establece la creación de los consejos en coexistencia con los sindicatos y cuyo
reglamento que los regularizaba no ha sido aprobado por la Asamblea Nacional de
mayoría oficialista.
Este factor de conexión puede ser un punto de acercamiento
entre las juventudes libertarias y los trabajadores organizados o disconformes;
agarrándonos de esta figura para rechazar la burocracia sindical pero también
para darle un impulso transformador a lo que deben ser las huelgas de carácter
salvaje.
Este vacío legislativo es propicio para darle un carácter
beligerante que no puede tener los sindicatos; debemos aprovechar aquí y ahora
la eminente crisis económica y su desregularización para avanzar con un claro
programa anticapitalista y de transformación profunda de la sociedad
venezolana. Mientras la MUD y el PSUV se desgastaran en una “colisión de
poderes”, nosotros debemos avanzar juntos a los sectores disconformes hacia
nuevos niveles de confrontación donde los consejos de trabajadores puedan ser
espacios de coordinación.